Uno entiende que cada mañana frente al espejo te debes de chulear, de piropear y hasta de sabrosear. A los 30 uno entiende que las amistades vienen y van, que pocas persisten y que eso se agradece. Uno entiende que debe ir a reírse a los lugares donde lloro para quitarse el sabor amargo. Que los nudos en la garganta no son eternos pues se deshacen con el tiempo. Que los ciclos si se cierran. Y que nadie muere de amor. Que las palabras que no dijiste te perseguirán hasta que salgan de tu boca. Que uno está demasiado lleno de vida como para ser amado a medias. Entiende que lo que no importa se resbala y queda en lo empolvado. Y que no sirve de nada abrir la caja donde uno guarda los rencores pasados. A los 30 uno entiende menos de lo que uno esperaría entender, pero eso es suficiente.
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